Comuneros

El 23 de abril de 1521 tuvo lugar la batalla de Villalar, en la que las tropas del Emperador Carlos V vencieron al ejército comunero. Ese día, hace quinientos años, se puso fin a un movimiento social, un proyecto político y un debate de ideas políticas intenso sobre la organización y los fundamentos de la comunidad, el gobierno, la figura del monarca y el papel de los súbditos en el gobierno de un Reino.

El movimiento social comunero se enmarca con tres palabras: ideas, ideales y proyectos. Ideas políticas y sociales que trataban de consolidar el proceso de modernización de la sociedad en el que el súbdito-ciudadano asumiera un papel más activo en el gobierno y en los órganos de representación. Ideales que se pueden concretar en conseguir una forma de gobierno en la que la responsabilidad del gobierno y el compromiso social recayera sobre una burguesía emergente que aportaba valor añadido a su actividad mercantil y comercial generando riqueza y desarrollo. Finalmente, proyectos que se concretaban en la instauración de una forma de Estado y de gobierno estable y duradero en el tiempo, cuyo centro debía estar en España.

Los Comuneros lucharon por establecer un régimen político de libertades concretado en una amplia representación de todos los ciudadanos para controlar el poder del rey. El pacto limitaba al monarca en el ejercicio de su poder y le exigía ocuparse en primer lugar de la protección a los súbditos, la conservación del Reino y la dirección de la comunidad. A cambio, los súbditos servían con lealtad y devoción al rey, tal como desarrollaron en las Leyes Perpetua de Ávila de 1520.

Hoy día, quinientos años después, podemos y debemos realizar un nuevo balance de este movimiento social y político, que fue tan importante y decisivo para la configuración de una España moderna que entró con velas desplegadas en una nueva época en la que asumió el liderazgo mundial. Su derrota los privó de ver cómo algunas de sus ideas y propuestas fueron asumidas por un rey y se arraigaron en la Monarquía Hispánica. El tiempo les dio la razón, aunque los que lucharon por conseguirlo tuvieron que pagar con su vida por defender unas ideas, unos ideales y unos proyectos que estaban destinado a gobernar de forma justa “la compañía de las gentes”.

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